Diálogos sociales, Libertad y Seguridad

“Las situaciones de crisis siempre engendran y estimulan el autoritarismo”.

Dentro de las coordenadas que esta pandemia del CORONAVID-19 nos ha conducido, tenemos las experiencias pasadas por el confinamiento y el distanciamiento social, el dolor, el miedo, la inseguridad y la crisis económica, tanto a nivel actual como de futuro.

La primera pregunta que al respecto nos podemos hacer como masones es que si nuestras patrimoniales y antiguas costumbres de introspección, meditación, estudio y en teoría dominio del sabio silencio en pos de la utopía, nos han podido ayudar a sobrellevarlo mejor que en el mundo profano se ha hecho.

Otra cuestión es la de si hemos sacado conclusiones a nivel general alrededor de esta severa crisis, y que lecciones habremos podido recibir al entorno de ella, con respecto a nosotros mismos y a la Masonería. No podemos aceptar caer en el tópico de hablar de los beneficios que hemos de entrever de lo ocurrido, para el futuro.

Y, por último, dadas las circunstancias de todo lo pasado y de los posibles condicionamientos y restricciones sanitarias y económico-sociales que en base a la lógica están por llegar, ¿cual ha de ser nuestra actitud al respecto?

Bien es cierto, que el cambio de hábitos y costumbres en la sociedad global que vivimos, nos ayudado notablemente a apaciguar en alguna manera, el aislamiento impuesto por la realidad de la gravedad de la situación en la que nos hemos visto inesperadamente inmersos.

La red de redes Internet, ha dejado de ser un lujo, una comodidad, para convertirse en una utilidad necesaria e indispensable para la ciudadanía en general. Desde hace ya mucho tiempo disponemos del e-mail o correo electrónico, que ha modernizado y aligerado los tramites de la ciudadanía tanto a nivel burocrático, como personal, dando paso a lo que hoy en día denominamos administración digital.

Así pues, recibimos información casi instantánea a nivel global de los acontecimientos que se van sucediendo, merced al sabio “aggiornamento” de la prensa en papel hacia la vertiente electrónica y como no podía ser menos, disponemos de la ayuda de los medios tecnológicos al uso, de las Redes Sociales como Facebook, Instagram, WhatsApp, Telegram y Signal entre otras muchas.

Sin embargo, se ha podido constatar que los datos que poco a poco, pero sin pausa, vamos introduciendo en los muros personales de estas redes de comunicación e interacción, no solo han servido para el sano ejercicio de relación personal sin distancias ni horarios de tipo desenfadado, sino que están siendo utilizados por un numeroso abanico de empresas en sus departamentos de selección de personal y que potencialmente se pueden convertir en punta de lanza de selectivas reducciones y ajustes de plazas laborales.

La dinámica digital, hace mucho tiempo que nos ha llevado también a poder realizar nuestros deberes con Hacienda, agilizando los trámites, a sabiendas ya, de que se produce un inexorable cruce de datos financieros entre las cuentas corrientes, gestionadas on line, los negocios mediante la irremediable y debida fiscalización financiera.

Estas peculiaridades, han de ser analizadas desde la reflexión y la contextualización, para no caer en la trampa saducea de la fácil teoría de la conspiración -por desgracia siempre al uso y a disposición- y el sabio uso de la tecnología disponible.

Al respecto, los navegadores de internet más comúnmente utilizados como IExplorer, Microsoft Edge, Chrome, Firefox, y Safari, entre otros, nos facilitan la tarea de información, de las compras cotidianas, y son utensilios de la formación educativa a todos los niveles, además de solucionarnos un sinfín de tareas diversas. Sin embargo, estos navegadores, continúan filtrando selectivamente datos y usos que deberían permanecer anónimos, y aunque cumpliendo con las legislaciones internacionales, dispongan de posibilidades de navegación con restricción de información, si no son debidamente aplicadas, no sirven de gran ayuda a la debida intimidad particular. Por otro lado, las estadísticas de inercia de estos limitadores son una evidente prueba de su mal uso general y en un alto porcentaje, del desconocimiento de su existencia por una parte sustancial de los usuarios.

Esta circunstancia se da, debido al ingente volumen de datos y referencias que de manera constante se introducen en la red y que son analizados y procesados por las arañas o robots inteligentes de la misma, que, en su función primera de servicio e información, ofrece también datos sensibles al Big Data o Gran Hermano (Big Brother) en hábitos y preferencias globales, que posteriormente son procesados comercialmente.

En cuanto al uso generalista de información y cultura, los buscadores más utilizados como Google, Bing y Yahoo, a más de otros menos comunes, conforma lo que antes era el espacio de la sosegada información adquirida mediante la consulta en diccionarios y enciclopedias de la British en inglés, la Larousse en francés o el Espasa-Calpe en castellano.

Este sustancial monitoreo, no solo se acerca al convencional de los argumentos de los documentales, películas o series de cine y televisión, sino que nos muestran las innovaciones cada vez más invasivas que atacan la intimidad personal de la ciudadanía a todos los niveles.

Toda esta ingente capacidad de información puede ser utilizada con fines altamente beneficiosos como puede ser la lucha puntual contra el terrorismo y las pandemias sanitarias como la que ahora nos afecta.

Pero no hay que caer en la ingenuidad y el bonismo, ya que, debido a estos avances tecnológicos, la ciudadanía en las sociedades democráticas podemos ser pasto de selectivos abusos de control, que, conducidos al filo de la navaja de las leyes vigentes, pueden en un momento dado, sobrepasar lo estrictamente legal.

El continuo uso del Big Data como fuerza esencial de la sociedad global actual, ayudado por los modelos aplicados de precisión de tendencias, sirven para la trazabilidad de detección precoz de alteraciones tanto medicas como de seguridad, convirtiéndose en una necesidad vital, pudiéndose considerar esta información, como el petróleo del siglo XXI.

Y para cerrar el espacio de análisis de esta realidad en el ámbito de la red, podemos constatar que, en el estado español, gozamos de buena salud en términos de conexiones a internet respecto al resto del mundo, y buena prueba de ello, ha sido la total asimilación del aumento de uso de la red debido a la pandemia, sin ningún colapso.

Vayamos pues, al titulo de este trazado que solo pretende ser una reflexión de una situación inesperada que se nos ha presentado, para poder analizar como masones y masonas, el porvenir que se nos presenta, desde la aceptación de los limites y pulsiones humanas, pero también a caballo de la disciplina interior de la meditación, del saber escuchar con respeto las opiniones del prójimo y de estar aprendiendo continuamente a ejercitar la maestría del silencio y el uso meditado de la palabra.

Centralizándolo todo, podemos llegar a la conclusión de que el aforismo que encabeza esta charla se puede llegar a producir o ya se ha comenzado a ello. Recordemos: “Las situaciones de crisis siempre engendran y estimulan el autoritarismo”.

Una de las consideraciones esenciales para iniciar el debate, se sustancia en la red, en Internet, ya que es parte innegable de nuestra realidad. Y este análisis se puede sustantivar con la realidad objetiva de las medidas que a nivel general se han puesto a la práctica por los gobiernos que nos hemos impuesto, mediante el voto en democracia y en la aceptación de las opciones decididas en las colectividades que padecen gobiernos autoritarios o dictatoriales.

Si en China ya existía la práctica del “Sinkiang” o estado estricto de vigilancia sobre sus habitantes, las medidas profilácticas para combatir la pandemia han extendido la falta de libertades. Como primer epicentro de esta enfermedad y por su avance tecnológico en este campo, ha tratado de usar esto en su beneficio. Sus usos parecen haber incluido el apoyo a las medidas que restringen el movimiento de la población, la previsión de la evolución de los brotes de enfermedades y la investigación para el desarrollo de una vacuna o un tratamiento.

El control de la sociedad ha adquirido tonos insostenibles en áreas sustanciales como agencias de alquiler de vehículos, taxis, estaciones de tren y autocares, aeropuertos, salidas y entradas de domicilios, transito entre regiones, todo ello sustantivado en la precisión tecnológica de las aplicaciones al uso de estrictos códigos QR. El mayor experimento de control social de la Historia está en marcha. China ha iniciado la clasificación de sus habitantes con un sistema que recuerda al de las agencias de calificación de riesgos económicos a partir de la famosa triple AAA. También se está utilizando la consideración publica de ciudadanos probos y ejemplares, que siguen obedientemente las consignas de “papa estado”. Esta costumbre que nos delata la falta de libertades y el premio a la sumisión nos deja entrever si me permitís, un habito y práctica que también proviene de los estados democráticos y muy concretamente de los Estados Unidos, el “del empleado del mes” con todo el aire etéreo pero viciado, del más puro y arcaico sistema protector patronal que aun impera. Si en China las aduanas de entrada mantienen un férreo control mediante la fotografía y huellas dactilares de los viajeros, estas mismas medidas nos las encontramos en USA y en otros países netamente democráticos.

Y no hace falta conceptuar y limitarnos en materia de análisis democrático y de paulatino deterioro de las libertades, a estas dos potencias económicas mundiales. De acuerdo con puntuales medidas de seguridad, justificadas y propiciadas por el Coravid-19 se ha producido un incremento de control y vigilancia, que será interesante observar posteriormente, si se abandona su practica, de acuerdo con los mas saludables e higiénicos códigos democráticos. Por esta razón, la conducta de Singapur en su control de los riesgos epidémicos, con el apoyo de la tecnología, es ciertamente único y difícil de exportar debido a la aceptación social de las medidas de seguridad restrictivas: emisión de una orden de contención para las poblaciones en riesgo, verificación del cumplimiento de las medidas por teléfono móvil y geolocalización, controles domiciliarios aleatorios. En Corea del Sur, una alerta transferida a las autoridades sanitarias se activa cuando las personas no respetan el período de aislamiento, por ejemplo, por encontrarse en un lugar concurrido como en los transportes públicos o en un centro comercial. En Taiwán, se entrega un teléfono móvil a las personas infectadas y se registra su ubicación con el GPS para que la policía pueda seguir sus movimientos y asegurarse de que no se alejen de su lugar de confinamiento.

Otro de los aspectos a tener en cuenta en este contexto de libertades y restricciones, sería el continuar con la puntual observación y control de las novedades tecnológicas, no ya desde países con tradición autoritaria, sino en occidente, como el Apple Watch y similares, que desde sus primeras versiones nos monitorizan el sueño, la presión arterial, los electrocardiogramas, y hasta la caída al suelo en caso de colapso o situaciones de emergencia. Todas estas virtudes se podrían hipotéticamente revertir en acciones contrarias. Los datos tanto de Amazon como de Alibaba y similares, están sometidos a las dudas que generan la obtención interesada de perfiles específicos a raíz de los datos de compras en general. También es inquietante, el uso en ambas zonas, de la calidad democrática de códigos denominados semáforo, es decir: verde, amarillo y rojo, para delimitar espacios o fases de desconfinamiento o calidad de la ciudadanía.

A nivel nacional tenemos a examinar con atención democrática, los resultados de los rastreos de móviles que se hicieron después del verano, para las estadísticas en principio útiles, de movilidad de la ciudadanía y su utilidad práctica para el rastreo de la circulación de los ciudadanos, en los tiempos actuales de pandemia. También otra circunstancia a analizar, podría ser la sucesiva prolongación del Estado de Alarma, con todos los elementos de falta de libertad e invasión de la privacidad, que comporta.

Por último, los intentos de desinformación han proliferado en las redes sociales y en Internet. Ya se trate del virus en sí, de la forma en que se propaga o de los medios para combatir sus efectos, han circulado muchos rumores. Se están ya utilizando tecnologías apropiadas con cierta eficacia por las plataformas, para luchar contra el contenido inapropiado contra las Fake News. También se prevé la promulgación de medidas restrictivas en los Estados miembros del Consejo de Europa para evitar alimentar la preocupación del público. Sin embargo, el Comité de Expertos del Consejo de Europa sobre el Entorno de los Medios de Comunicación y la Reforma de los Medios de Comunicación subrayó que “la situación de crisis no debe utilizarse como pretexto para restringir el acceso del público a la información”. Tampoco deben los Estados introducir restricciones a la libertad de los medios de comunicación más allá de los límites permitidos por el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos”. El Comité también destaca que “los Estados miembros, junto con todos los actores de los medios de comunicación, deberían esforzarse por garantizar un entorno propicio para el periodismo de calidad”.

La masonería, frente a los peligros de un mal uso de las nuevas tecnologías y de un abusivo control de los poderes del estado, debe saber combinar el buen uso de estas nuevas herramientas, primeramente acercándola lo más posible a Hermanos que por su edad aun no llegan a ella con el suficiente conocimiento, gestionando en lo posible con mucho cuidado, datos sensibles no sobre temas iniciáticos, -que también- sino ejercitando y dando ejemplo con la función de sobria ciudadanía en la preservación de información privada que “Papa Estado” no tiene porque conocer ni administrar.

El “día después” debería ocupar nuestro pensamiento, y esta cuestión es primordial, no se trata de una curiosidad iniciática, sino que nos implica en un deber ineludible. Buscar la verdad o la solución nos conduce a la posibilidad que estas sean tristes. Sin embargo, aun en estos términos, debemos continuar con la labor. ¿Y cual debe ser el objetivo? Pues quizás volviendo a dinamizar los esfuerzos en serios debates en logia o telemáticamente, con respecto al futuro de la sociedad y de nuestro compromiso con ella. Los masones debemos enfocar la crisis del Coronavirus mediante los principios de Fraternidad que nos caracterizan, y aprender de este reciente paso de la movilidad a la inmovilidad en que estamos, para que nos sirva de desintoxicación mental y física, que nos permita saber priorizar y seleccionar lo importante y apartarnos de lo frívolo, superfluo e ilusorio, dando la máxima importancia al amor, la amistad, y a la solidaridad, para que nuestro egoísmo personal deje de ser un “Yo” y se convierta en un “Nosotros”.

Sin olvidar que esta pausa obligada por la pandemia nos viene a recordar y poner de relieve, que las planchas simbólicas “siempre fuera del tiempo y del espacio” como bien dictan los rituales, nos conducen a los tiempos difíciles que nos esperan y al compromiso particular de cada uno de nosotros, con una ineludible reformulación de nuestra escala de valores. El Coronavirus puede ser la evidencia quizás olvidada, de que somos mortales, aunque la longevidad cada vez más patente nos lo haya ocultado. Y que debemos y tenemos la obligación de ser resilientes con las nuevas conductas que nos puedan venir impuestas. Es posible que ahora sea el momento de continuar edificando el templo de la Humanidad y volver a la máxima, de que “Nuestra labor, nuestro trabajo no ha acabado”.

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